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INTRODUCCIÓN

Las personas con hipertensión o enfermedades cardiovasculares (ECV) corren un mayor riesgo de desarrollar un cuadro grave de COVID-19 y de morir por esta causa. Por ejemplo, en algunos artículos de revisión se señala que morirá aproximadamente el 10% de las personas con enfermedades cardiovasculares preexistentes que contraigan la COVID-19, en comparación con solo 1% de los pacientes que, por lo demás, están sanos.

Al mismo tiempo, los pacientes con hipertensión o enfermedades cardiovasculares corren un mayor riesgo de tener complicaciones debido a las restricciones relacionadas con la COVID-19 y a las interrupciones de los servicios de atención de salud. Entre estas complicaciones se encuentran las urgencias hipertensivas, los síndromes coronarios agudos, el empeoramiento de la insuficiencia cardíaca y los accidentes cerebrovasculares. El aumento del riesgo de presentar estas complicaciones se debe a múltiples factores: el acceso limitado a los servicios de atención primaria como resultado de las medidas de distanciamiento físico, la interrupción del acceso a los medicamentos administrados crónicamente, como resultado de las dificultades para obtener aprobaciones de reabastecimiento de las recetas y acceder a las farmacias, así como la escasez de suministros. Esto se ve agravado por la dificultad de mantener un estilo de vida saludable durante las restricciones asociadas a la COVID-19: actividad física limitada y aumento del comportamiento sedentario, acceso limitado a frutas y verduras y, en general, mayor inseguridad alimentaria.

Los centros de atención primaria de salud y los prestadores de servicios de salud que atienden a las personas con hipertensión y enfermedades cardiovasculares tienen un papel importante que desempeñar para garantizar el acceso continuo a la atención, reducir el riesgo de infección por el coronavirus y manejar adecuadamente a los pacientes con estas comorbilidades que contraen la COVID-19. A continuación se presentan algunas consideraciones al respecto.

 

CONTINUACIÓN ESTRATÉGICA DE LOS SERVICIOS DE ATENCIÓN A PERSONAS CON ENFERMEDADES NO TRANSMISIBLES BAJO MEDIDAS ESTRICTAS DE CONTROL DE INFECCIONES

A raíz de la COVID-19, los centros de atención primaria de salud de todo el mundo han reducido o eliminado las consultas presenciales en los centros. Algunos países o regiones tienen la infraestructura necesaria para realizar consultas telefónicas o consultas de telemedicina. Para evitar las complicaciones de la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, es importante asegurar la continuación de los servicios esenciales.

→ Si las consultas telefónicas o videoconsultas son viables, se debe garantizar que las personas con hipertensión o enfermedades cardiovasculares puedan seguir consultando a su médico. Se les debe proporcionar información sobre cómo ponerse en contacto con los prestadores de servicios de salud y cómo programar una consulta telefónica.

→ Cuando no sea viable hacer consultas telefónicas o videoconsultas, se debe facilitar el acceso presencial a la atención médica, respetando estrictamente los procedimientos de reducción del riesgo de infección que se describen más adelante. Incluso cuando se realicen consultas telefónicas o videoconsultas, seguirá siendo necesario atender presencialmente a algunos pacientes.

→ Se debe considerar la posibilidad de tomar medidas activas para llegar a las personas más vulnerables, a las personas mayores y a los pacientes con comorbilidades como diabetes o nefropatías. Además, la mayor vulnerabilidad puede ser el resultado de la pobreza, la inseguridad alimentaria, la falta de escolaridad y el desempleo. Hay que considerar que estas personas también tienen mayor riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con la hipertensión o las enfermedades cardiovasculares.

→ Colaborar con las farmacias locales para garantizar el acceso ininterrumpido a los medicamentos esenciales para el control de la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. Para reducir la probabilidad de que se omita alguna dosis, los pacientes deben tener la posibilidad de obtener un suministro de medicamentos para 90 días.

→ Si se dispone de agentes comunitarios de salud que cuenten con el equipo de protección personal adecuado, pueden ayudar a suministrar medicamentos a las personas con enfermedades crónicas y realizar visitas domiciliarias a los pacientes que lo necesiten.

 

REDUCCIÓN DEL RIESGO DE INFECCIÓN POR CORONAVIRUS DE LOS PACIENTES Y LOS PRESTADORES DE SERVICIOS DE SALUD

Para proporcionar atención presencial en los centros de atención primaria de salud a las personas con enfermedades crónicas es necesario adoptar importantes medidas de planificación y preparación con el fin de minimizar el riesgo de exposición del paciente y del prestador de servicios de salud.

→ Esto comienza antes de que el paciente llegue al consultorio. Hay que transmitir a los pacientes el mensaje de que si presentan síntomas similares a los de la COVID-19, deben acudir al consultorio solo si necesitan ser atendidos presencialmente.

→ En el caso de los pacientes que necesiten ser atendidos en el consultorio, se deben adoptar las siguientes medidas:

• El triaje de los pacientes se llevará a cabo fuera del edificio del consultorio para aprovechar la circulación del aire. El triaje puede realizarse en una zona de sombra o en una tienda de campaña sin paredes laterales. Los pacientes que esperan para someterse al triaje deben estar de pie o sentados en fila, con un distanciamiento físico. En el triaje se debe examinar una lista de síntomas y determinar la temperatura mediante un termómetro por infrarrojos. Si no se sospecha que el paciente pueda tener COVID-19, se le puede seleccionar para que sea atendido en el consultorio por los servicios de atención primaria de salud. Las personas que realicen este triaje deben tener equipo de protección personal adecuado y estar capacitadas en materia de tamizaje y triaje según la definición más reciente de la OMS de caso de COVID-19.

• Si un paciente tiene síntomas relacionados con la COVID-19, debe ser remitido a una zona de “descarte y manejo de la COVID-19”. Esta zona de descarte inicial de la COVID-19 también puede estar fuera del edificio y debe estar claramente separada de las zonas donde se atiende a los pacientes sin síntomas de COVID-19.

→ Los prestadores de servicios de salud deben usar el equipo de protección personal adecuado en las zonas de triaje y en las zonas de pacientes con COVID-19 y de pacientes sin COVID-19. Esto implica como mínimo el uso de una mascarilla quirúrgica y guantes. Los prestadores de servicios de salud que atienden a personas con COVID-19 (o casos presuntos) deben usar una mascarilla con careta facial, de tipo N95 cuando esté disponible, bata y guantes. A todos los pacientes que entren en el consultorio se les debe proporcionar una mascarilla.

→ Si un prestador de servicios de salud o algún miembro del personal del centro tiene un resultado positivo en las pruebas de detección del virus de la COVID-19, únicamente puede regresar al trabajo cuando: hayan transcurrido al menos 3 días (72 horas) desde la recuperación —definida como la resolución de la fiebre sin el uso de fármacos antipiréticos y la mejoría de los síntomas respiratorios (por ejemplo, tos, disnea)— y al menos 10 días desde la aparición de los síntomas.

→ Si un prestador de servicios de salud o algún miembro del personal del centro ha tenido contacto con una persona con COVID-19, entonces se pueden considerar las siguientes recomendaciones: cuarentena voluntaria durante 14 días; cuando no sea viable que todos los posibles contactos se pongan en cuarentena voluntaria, los prestadores de servicios de salud y el personal deben comprobar su temperatura dos veces al día y aislarse voluntariamente si presentaran fiebre o cualquier otro síntoma.

 

APOYO AL AUTOCUIDADO

Se debe proporcionar información útil a los pacientes para ayudarles a controlar su enfermedad crónica durante las restricciones por la COVID-19, en particular:

• promover una alimentación saludable y el aumento de la actividad física;

• garantizar el acceso al reabastecimiento de todos los medicamentos;

• promover el cumplimiento de la medicación;

• alentar a que llamen a los prestadores de atención de salud para plantear sus dudas o inquietudes;

• garantizar a los pacientes que, si fuera necesaria una consulta presencial, pueden protegerse.

 

MANEJO DE LAS PERSONAS CON HIPERTENSIÓN Y ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES QUE TIENEN COVID-19

La prevalencia de la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares en los pacientes con COVID-19 es alta; en un estudio realizado en China, esta prevalencia fue de 38%.4 Los pacientes con hipertensión o enfermedades cardiovasculares y COVID-19 son más propensos a presentar cuadros graves de la COVID-19 en comparación con las personas sin hipertensión ni enfermedades cardiovasculares. La fiebre, la tos, la disnea y la fatiga constituyen a menudo el cuadro clínico inicial. Otros síntomas, como la cefalea, los síntomas gastrointestinales y los síntomas de las vías respiratorias altas (rinorrea y dolor de garganta), son menos comunes. Algunos pacientes presentan trastornos del olfato y el gusto. La COVID-19 grave da lugar a un síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), insuficiencia respiratoria, arritmias, lesión cardíaca aguda, choque, insuficiencia multiorgánica y muerte.

Las pruebas de laboratorio suelen mostrar una disminución de la cifra de leucocitos, en particular una linfocitopenia. Los pacientes con COVID-19 grave tendrán una elevación de la cifra de neutrófilos, marcadores inflamatorios, dímero D y concentraciones de urea y creatinina en sangre elevadas. La tomografía computarizada de tórax suele mostrar opacidades en vidrio esmerilado, con o sin lesiones consolidativas. También es más probable que sean bilaterales, tengan una distribución periférica y afecten a los lóbulos inferiores. Esta es la razón principal por la que la posición en decúbito prono de los pacientes despiertos se asocia a una mayor capacidad ventilatoria.

Es importante señalar que la COVID-19 aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares, como infarto agudo de miocardio, miocarditis y arritmias. Las lesiones cardíacas como resultado de la COVID-19 se asocian a una mayor mortalidad. Aún no se sabe si habrá un riesgo cardiovascular elevado a largo plazo como consecuencia de la COVID-19